miércoles, 4 de noviembre de 2009

Explícito o las formas del horror

El deporte puede ser una forma de leer los relatos sobre los que se construye una sociedad. Qué imaginario la sostiene. Hoy está de moda un nuevo deporte de contacto. Tengo que reconocer que el boxeo me gusta. Es un deporte con táctica, técnica, sudor, entrenamiento. Se pone el cuerpo en juego. A pesar de que soy un pacifista hormonal. Dentro del ring y con sus reglas. Ahí sí. Y sobre todo los boxeadores de antes. Nicolino Loche, Monzón, Acavalo, hasta Mike Tyson. Además practiqué Tae Kwon do varios años en mi adolescencia.

Ese nuevo deporte de contacto que se está poniendo de moda se basa en una jaula donde se meten dos tipos sin protección en manos ni piernas, y se dan a morir. Se llama Vale todo. Recién veía un video en youtube de una pelea de vale todo donde se trenzaban un pelado y un barbudo. El pelado de pronto cayó al piso y el otro aprovechó para darle murra hasta que el referí, a la séptima piña que recibía el pelado en el suelo, los separaba y dictaminaba ganador al barbudo, que permanecía de pie. Hace unos días una cámara de una calle de La Plata filmó cómo un tipo, pelado como el que recibía golpes en el suelo del ring en youtube, era destrozado a golpes por otros tres. Y lo más impactante era el final de la pelea, cuando el pelado, ya en el suelo, recibe cinco o seis piñas en la jeta de uno de los otros, hasta que llega la policía y la pelea termina. Como en youtube, cuando el referí separaba a los luchadores. La ley que dice basta –un poco tarde a mi gusto. Mirando los dos videos me preguntaba qué puede llevar a una persona a pegarle de ese modo al otro, ya sea por deporte o por borrachera. Me acordé que cuando era más chico en el barrio se daban peleas, algún mano a mano, o banda contra banda, pero siempre terminaban antes de destrozar al otro. Era la regla: el que cae el piso pierde. La ley actuando a tiempo –a mi gusto. No es que esté de acuerdo con esa otra forma de pelea, pero me llamó la atención el matiz, la diferencia entre la pelea de La Plata y lo que podía ser una pelea antes, en el barrio. Como la diferencia entre el boxeo y el vale todo. ¿Qué cambió para pasar de una forma reglada a una forma irracional? O, lo que es lo mismo: ¿qué relato sostiene esa voluntad de darle a morir a un tipo? La verdad, no lo sé. Solo se me ocurren cosas, asocio ideas: los borrachos del tablón desfigurando a uno de la Barra del Oeste en la tribuna visitante de la cancha de Vélez para ver cuál es la banda más poronga de River; la presindenta tergiversando los datos del Indec mientras centenares de miles de nenes lloran por hambre; los grandes lobbys de la soja repartiéndose la tierra mientras esos nenes (y quizás algunos más) siguen con su llanto del hambre; Julio López que todavía no aparece. Las formas de la violencia eterna se multiplican y se vuelven más explícitas. No puedo no ser moralista frente a esto. Así que quizás sea mejor seguir pasando imágenes en la película muda del horror. En una de esas un día se nos prende la lamparita y creamos un pequeño cielo en este infierno.

PD: Desde ya, los argentinos en esto no somos los mejores: Bush bombardeando Bagdad; los judíos muriendo en las cámaras de gas; Stalin y las purgas; los neonazis del siglo XXI matando y pegándole a inmigrantes latinos y africanos y orientales en trenes europeos. Las estadísticas dicen que el siglo XX fue el más sangriento de la historia. Construimos una máquina de matar cuando pensábamos que hacíamos una civilización (quizás matar y progreso en el fondo tengan una raíz etimológica común) ¿Pero qué hace que el siglo XXI sea la culminación del ideal de violencia del siglo XX, y que se exprese ya no solamente en los hombres de Estado sino en cada uno de nosotros?

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