martes, 3 de noviembre de 2009

Los Ramones son la encarnación misma, dentro del rock, de que con poco se puede hacer mucho. Pink Floyd es el caso complementario (no opuesto): con todo, pero sin engolosinarse, hicieron también mucho. Las dos bandas (que seguro rankean entre las cinco bandas más grandes de la historia del rock) demostraron que lo que importa a veces no son las herramientas, sino lo que se hace con ellas. Como Hemingway y Faulkner en literatura, uno bajo la miniminalización de los recursos, el otro explotando al máximo los artificios que encontró en su camino, las dos bandas de rock son tan fuertes como un batazo en la cabeza o tan confortantes como el sonido del gran gigg en el cielo. Pero a los Ramones se les reconoció pocas veces ese valor. De Pink Floyd se habló demasiado.

Sex Pistols eternizó el no future que inspiró ya, al menos, dos generaciones de espíritus rebeldes perdidos en la mera queja. No future, no future, for me, además de ser la respuesta al imaginario de una época (el retorno conservador a la escena política, el comienzo del fin de las utopías, en fin, la década del setenta) es también la queja sin fin ni medios de un adolescente atormentado. Pero no se puede ser un adolescente atormentado for ever. Como diría Sartre, somos pasión inútil, libertad pura. Es poco conformarse con materializar la libertad en una queja (la queja es una forma de acción al fin y al cabo) y en un eterno retorno de sí misma. Los Ramones contestan (queriéndolo o no, poco importa, importa que son canciones de un mismo imaginario punk que dialogan como construcciones imaginarias, como negaciones del mundo tal cual es, para seguir en la línea sartreana) a este slogan de los Sex Pistols con una canción: I believe in miracles. Cada frase de la letra parece estar destinada a contestar al no future sexpistoliano. No me refiero a una disputa de banda contra banda. Se trata de confrontar imaginaciones, y por lo tanto de considerar una relación más concreta, más consistente –en este sentido, nos sentamos sobre la posibilidad de acceder a alguna verdad en tanto se acepta la distancia que existe entre lo real y lo imaginario, es decir, siempre y cuando sepamos que es mejor saber narrar bien una ficción que creer que contamos la verdad, cuando lo único que hacemos es relacionarnos, de alguna forma mas o menos oscura, con la verdad. Se trata de la salida del punk de la pura queja, de la expresión de una fortaleza vital pocas veces reconocida (salvo en los últimos años) en una de las bandas de rock más grandes de la historia de occidente reciente, que es como decir la historia universal del rock. I belive in miracles/Ibelieve in a better world for me and you. Sin embargo no es una canción de autoayuda ni una moraleja de programa de cable por la tarde. La letra tiene el valor de la resistencia y la potencia de la generosidad. The future is here today/Is not too late, not too late yeat. No es necesario, parece decir, agujerearnos el cuerpo con alfileres de gancho. No es ya necesario. El futuro es algo siempre cambiante. El futuro es hoy mismo porque es hoy cuando el futuro cobra vida. If she can find a reason to fogev/Then I can find a reason to live. Poco importa saber quien es la que pudo perdonar. Podemos pensar que es la música misma, y entonces la canción puede vivir en ella, porque ella perdonó sus desvaríos. Lo cual tampoco implica realizar un juicio de valor, sino una corrección. El no future fue válido, y puede seguir siéndolo. Pero si una obra de arte (una canción, una película, una novela) es solo la expresión de la ausencia de futuro (que es como afirmar la ausencia de un presente) entonces es poco más que la furia lo que podemos extraer de ella. Furia, sea. Pero furia generosa, furia que se ejerza con la voluntad de que mañana esa misma furia pueda ser transformada en un placer o en una alegría. Joey Ramone con su metro noventa y ocho, las rodillas quebradas, la cara oculta bajo un manto de pelo negro y moviéndose torpe, pero cantando lo que solo un hombre perfecto puede cantar. Dice algo. Al menos un eco, un murmullo que es como un don, una entrega. Yo lo escucho. Dice que nunca será demasiado tarde, que el arte puede decir mucho todavía, que hoy es el momento para conseguir algo mejor para mañana –sino el mundo, al menos una porción de tierra.

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